La inteligencia artificial (IA) 
cambiará las reglas de juego y, con el tiempo, podría conducir a la 
creación de mercados completamente nuevos, destacan desde The Boston 
Company, parte de BNY Mellon, y que ha identificado más de 750 acciones 
en las que invertir.
“Cuando uno piensa en las innovaciones 
que están teniendo lugar en áreas como el ‘aprendizaje profundo’, el 
análisis predictivo, los macrodatos, el internet de la cosas, e incluso 
la realidad aumentada y la virtual, empieza a darse cuenta del gran 
potencial económico y social” de la inteligencia artificial (IA), afirma
 Robert Kluchko, gestor de The Boston Company, parte de BNY Mellon.
En este contexto, la firma cree que la 
“IA cambiará las reglas del juego”. Con el tiempo, afirman, “podría 
conducir a la creación de mercados completamente nuevos que no eran 
factibles con anterioridad”.
Reconocen, no obstante, que “valorar de 
forma precisa las oportunidades de inversión potenciales en este campo 
puede resultar un tanto difícil”. Sin embargo, el interés por este 
sector (y por las empresas que utilizan esta tecnología) está creciendo 
entre los inversores institucionales y de capital riesgo”.
En este contexto, The Boston Company “ha
 identificado un universo de inversión en IA de unos 14 billones de 
dólares, incluidas 750 acciones (eminentemente empresas 
estadounidenses)” y, junto a otros analistas, “anticipa un crecimiento 
exponencial del mercado”.
Kluchko señala el potencial de una 
aplicación cada vez mayor de la IA en áreas como la venta al por menor, 
el transporte, la atención sanitaria, la fabricación y la agricultura, 
con el desarrollo y la adopción de las llamadas interfaces de usuario de
 procesamiento de lenguaje natural o conversacionales y su inclusión en 
objetos cotidianos (como los teléfonos inteligentes y otros 
dispositivos) como probables motores del crecimiento futuro del mercado.
“Aunque persisten las dudas sobre sus 
peligros potenciales, es posible que los desarrolladores de IA se 
encuentren de forma creciente caminando en cuerda floja, tratando de 
mantener un precario equilibrio entre la implementación de los 
beneficios de la IA y el sortear y resolver todo conflicto moral y ético
 que esta plantee”, añade el experto.
“Nos aventuramos hacia lugares 
inexplorados, y con ello, entran en juego preguntas sin contestar sobre 
aspectos éticos: ¿cuánto libre albedrío encarnará la IA en las máquinas,
 y para qué se utilizará? Estas cuestiones se irán haciendo más patentes
 a medida que la IA pase a formar parte de nuestra vida cotidiana. La 
esperanza es que podamos explotar los beneficios potenciales de la IA y 
aprovecharlos de manera que esto no solo fomente una mayor prosperidad, 
sino que también nos ayude a gozar de una mayor calidad de vida”, 
concluye.
Via bancaynegocios.com 
Por equipo Editor Tribuna Gerencial 

 
 
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