La actitud es más importante que el coeficiente intelectual para tener éxito
Los cazadores de talentos no se detienen en su afán por rastrear a las personas mejor capacitadas para determinadas tareas u oficios.
Durante años, la caza del ser más inteligente ha sido uno de los propósitos fundamentales de casi todas las empresas del planeta; la captación de jóvenes incluso antes de que concluyan sus estudios universitarios, la observación y el seguimiento detallados a sus calificaciones docentes.
Sin embargo, los expertos se cuestionan el verdadero valor del coeficiente de inteligencia.
Un estudio de la Universidad de Stanford considera que la actitud del individuo ante los retos, los problemas y ante la vida misma, tendría un mayor peso que el coeficiente intelectual, de cara al éxito.
Para la psicóloga Carol Dweck, quien se ha pasado toda su carrera observando y analizando la relación entre la actitud y el desempeño, el primero de estos fenómenos sería vital, por delante del famoso coeficiente intelectual.
Según la especialista, las personas pueden ser divididas en dos grupos: las de mentalidad fija o inamovible y las de mentalidad adaptativa o de crecimiento.
En el primer grupo, las personas consideran que uno es lo que es, y que esto raramente es modificable. Esta peculiaridad provoca que se muestren abrumados y hasta desesperados cuando la vida los coloca ante un desafío cualquiera.
Mientras, las personas con una mentalidad adaptativa siempre consideran que gracias al esfuerzo propio se puede mejorar y solucionar cualquiera de las tareas propias de la vida laboral, doméstica y social.
De manera que este último grupo, incluso teniendo un coeficiente intelectual más bajo, es capaz de solucionar un conflicto y de salir adelante, dejando rezagadas a personas inteligentes, pero que pertenecen al grupo de mentalidad inamovible.
Estas conclusiones echarían por tierra el precepto de que, cuando se tiene talento e inteligencia, uno puede solucionar cualquier reto, pues el coeficiente intelectual nos proporcionaría las herramientas necesarias para avanzar.
Este precepto desconoce que las personas de mentalidad inamovible funcionan con soltura mientras se trata de un recorrido fácil, pero cuando se atraviesa algún obstáculo sobreviene el bloqueo mental.
En casos como este, aquellos que poseen una mentalidad adaptativa suelen hacerle frente a la inclemencia y crecerse dentro de los malos momentos.
“La gente con una mente adaptativa recibe los contratiempos con los brazos abiertos”, ha asegurado Dweck, según un reporte de Forbes.
“Walt Disney –apunta la especialista- fue despedido de la productora Kansas City Star porque carecía de imaginación y no tenía buenas ideas”, algo que corrobora cuán poco hubiera podido lograr este hombre si hubiera sucumbido a sus propios sentimientos de impotencia.
De igual manera, Steven Spielberg vio rechazada su entrada en la USC’s Cinematic Arts School, y Oprah Winfrey fue despedida del canal de televisión en el que trabajaba porque “se implicaba demasiado emocionalmente en sus historias”, mientras que Henry Ford fracasó en sus dos primeros intentos de construir un imperio automovilístico.
De ahí que Dweck insista en la posibilidad de que tomemos medidas para propiciar un cambio a partir de una modificación de la actitud ante la vida. El primer paso para este avance estaría en decirle no a cualquier sentimiento de impotencia que intente cortarnos el paso. La idea está en aprender del fracaso, como única manera de seguir avanzando.
En la búsqueda de resultados, en el apasionamiento con que hacemos frente a una tarea y en la flexibilidad con la que asumimos las adversidades, estaría la clave del crecimiento.
“Una mentalidad de crecimiento busca oportunidades en todas partes, así que no hay espacio para los lamentos”, concluye Dweck.
Por Benjamin R. García
Via Bancaynegocio
Por equipo Editor Tribuna Gerencial
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