Adictos al trabajo
El sentido del tiempo se pierde. El reloj gira tan rápido que las ocho horas de trabajo se tornan inútiles. Tomarse unas dos o tres más parece lo ideal, pero en dos pestañeos se han pasado. Es mejor llamar a casa para decir que no llegaremos a tiempo para la cena, ni para ayudar a los hijos en la tarea. Es el cuarto día que eso ocurre esta semana: ¡Alerta, hay un problema!No se tienen marcas de agujas en los brazos, ni un olor etílico proviene de la boca; pero sí se tienen ojos rojos y ojerosos, producto de horas sin dormir, señala la revista Estampas. La oficina, el carro, la casa e incluso el hotel donde fuiste de vacaciones están copados de papeles y de proyectos por entregar. Estás estresado e irritable, es momento de sincerarse: eres un trabajólico.
En la cena, en las reuniones familiares y hasta en la cama el tema es único: trabajo. “Mi jefe me mandó esto”, “tengo que hacer aquello”, “ahorita voy a mandar unos correos” son frases inofensivas cuando se repiten una o dos veces, pero cuando se vuelven el factor común de la vida son tan peligrosas como noches continuas de farra o ese gusto por los juegos y el cigarrillo.
“Un adicto al trabajo es la persona cuyo panorama laboral opaca el resto de los roles que puede tener en su vida. Por ejemplo, aquel que sustituye el tiempo con su familia, sus amigos e incluso él mismo para dedicárselo a su labor profesional”, explica la psicóloga organizacional María Alejandra Hernández al destacar que las personas, no sólo los hombres, que desarrollan esta adicción normalmente tienen alguna de tres motivaciones: poder, afiliación y realización: “No cualquiera se vuelve adicto, existen personas que tienen una conducta adictiva y que al encontrarse con una de estas motivaciones detonan su problema”.
El trabajólico ve en su labor una manera única de acceder al poder y así obtener estatus y dinero; también lo usa como su vía ideal para socializar, lo que estaría enlazado con su falta de habilidades sociales y es su manera de resaltar, por lo que tiene una competencia constante con las personas que se encuentran en su misma línea de trabajo.
Los principales problemas de este tipo de adictos se reflejan en el hogar. La demanda natural de la familia esposa e hijos- se torna un peso que lo desvía de su prioridad, el trabajo. Eso, aunado a la actitud irritable típica de quien sufre una adicción, provoca un conflicto en el núcleo del hogar.
“Cuando el tiempo personal o familiar se reemplaza frecuentemente con reuniones de trabajo, viajes de negocio o almuerzo con colegas es probable que estemos en presencia de un adicto; el límite entre la vida profesional y la personal desaparecen”, pero es importante advertir que el trabajo en sí mismo no es un motivo de adicción, es el exceso lo que causa el problema.
Según la especialista, ese hombre que hoy es trabajólico probablemente en su juventud desarrolló otras adicciones, que pasaron desapercibidas por no ser alarmantes como la droga o el alcohol: “Quizás tenía una fijación con los videojuegos, con la televisión e incluso con algún deporte; desplazaba otros entornos de su vida por esos. El adicto no sabe mantener un equilibrio emocional y por eso su dependencia con algún área de su vida”.
La adicción al trabajo puede ser la punta de lanza de una secuencia enorme de problemas físicos y emocionales que empiezan con el hecho de dejar de relacionarse; mal dormir, insomnio e incluso inapetencia sexual. Una persona que lleve tiempo sufriendo esta adicción es muy propensa a desarrollar enfermedades laborales que desencadenan en caída del cabello, dermatitis, alergia en la piel, altos niveles de estrés, infartos, altos niveles de tensión, hongos en la boca e incluso trastornos mentales como casos de depresión e ira.
Por eso, antes de que sea demasiado tarde presta atención a las señales y en este día del padre aprovecha para generar un precedente. Todos quienes hacen parte del entorno familiar del propenso trabajólico pueden actuar, y deben hacerlo, ya que muchas veces quienes lo padecen son inconscientes de su situación.
A desintoxicarse
Al igual que en otras adicciones, los trabajólicos son capaces de recuperarse; y la esencia fundamental para lograrlo es aprender a vivir un día a la vez. El primer paso siempre es reconocer el problema y de allí empieza todo. Es necesario buscar ayuda y entrar en el proceso de abstinencia. Hay que enseñarle al paciente que el problema no es el trabajo, es él, que sufre de personalidad adictiva, allí empieza la cura.
El trabajo es un proceso necesario en la vida. La idea con el adicto es que se pueda reinsertar a la sociedad. Así como se hace con un adicto a las drogas o al alcohol, pero sabiendo que en este caso parte de la reinserción es volver al sitio de trabajo, sabiendo que no puede convertirse en su única razón de ser y aprendiendo a poner límites.
Para la psicóloga organizacional María Alejandra Hernández, “toda persona, adicta o no, debe entender que existen momentos de trabajo y otros de esparcimiento. Es necesario separar la vida laboral de la personal”. Aunque el trabajo genera un beneficio económico, existen otros espacios de la vida que no tienen retribución económica pero brindan beneficios emocionales y psicológicos tanto o mayor que los bienes o el estatus.
¿Seré o no seré trabajólico?
La respuesta afirmativa de tres o más ítems confirma que tiene un compromiso excesivo con su trabajo:
•¿Suele retirarse de su trabajo después de la hora de salida?
• ¿Suele llevarse alguna lectura o informe a su casa?
•¿Lo llaman con mucha frecuencia por teléfono de su trabajo a su casa?
•¿Siente que hace algo incorrecto cuando se va del trabajo a una hora diferente del resto de sus compañeros?
•¿Tiene en su agenda más teléfonos de colegas que de amigos?
•¿Las vacaciones le resultan interminables?
•¿Se queja continuamente de que le falta tiempo?
•¿Sus conversaciones suelen ser sobre trabajo?
•¿Se plantea o reconoce que el trabajo le requiere continuamente?
Publicado en Banca & Negocios
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