miércoles, 3 de octubre de 2012


Cómo Alcanzar Un Espíritu De Equipo

Phil Jackson, entrenador de la NBA, creó un sistemas para consolidar equipos ganadores
Cuando pienso en los entrenadores deportivos destacados con los que he trabajado, a los que he estudiado o entrevistado, a menudo encuentro que comparten tres características clave. Además de mantener fuertes relaciones individuales con los jugadores, saben construir culturas de unidad y espíritu de cuerpo, y, además, proporcionan un sentido de propósito más profundo a sus equipos.
El ex coach de los “Angeles Lakers” y los “Bulls de Chicago”, Phil Jackson, el más exitoso en la historia de la NBA por número de títulos y porcentaje de partidos ganados, es un aprendiz sobre cómo vivir en armonía, cuyas lecciones provienen de una variedad de experiencias.
Lo importante es que Jackson desarrolló un sistema de trabajo en grupo que partió de usar con sistema y propósito sus aprendizajes de vida para dar forma a una identidad de equipo, incorporando, por ejemplo, principios del budismo zen y las enseñanzas de la tribu Sioux Lakota, a su experiencia de más de 20 años como jugador profesional y entrenador.
Jackson llevó Michael Jordan y los “Bulls” de Chicago a tres títulos consecutivos, no una vez, sino dos veces. Luego lo hizo una vez más con los “Lakers” de Los Angeles de Shaquille O’Neal y Kobe Bryant. En total, los “Lakers” ganaron cinco títulos de la NBA durante la “Era Jackson”, de 2000 a 2010.
Antes de que Jackson llegara, tanto los “Bulls” como los “Lakers” eran equipos que, a pesar de la presencia de grandes estrellas, no habían logrado alcanzar la armonía y la sincronización necesaria para ganar campeonatos.
Bajo la dirección de Jackson, algunos de los talentos más deslumbrantes de la liga de baloncesto pudieron orientar sus juegos al beneficio colectivo. Como resultado de ello, llegaron a niveles sin precedentes de rendimiento.
Cuando Jackson se hizo cargo de los “Bulls” en 1989 y los “Lakers” en 2000, se encontró con algunos de los jugadores de basketball más espectaculares del mundo, pero la mayoría nunca había ganado un campeonato de la NBA.
Uno de los objetivos centrales de Jackson desde el principio fue para elevar el nivel de la conciencia de equipo, y recordaba continuamente a sus jugadores que eran parte de una misión más grande, que su búsqueda de armonía y trabajo colectivo era más importante que el lucimiento de las individualidades, el estrellato, el dinero, o los “egos”.
Imaginen la tarea del entrenador Jackson, cuando intentaba persuadir a jugadores de la NBA que debían reprimir sus metas individuales en beneficio de un bien mayor, con un método que usaba términos espirituales.
Estos atletas de clase mundial a menudo se preocupan, sobre todo, por sus estadísticas y logros concretos por los cuales son evaluados y compensados. Han sido educados para creer que son estrellas y así hacen más dinero y son, generalmente, mucho más famosos que sus entrenadores.
A menudo poseen egos extraordinariamente grandes, y tienen grandes dificultades para cambiar su “juego”.
Cuando un nuevo entrenador intenta modificar su comportamiento para que se orienten más hacia el equipo, estos jugadores a menudo no ven la necesidad de hacerlo.
Sin embargo, Jackson iba mucho más allá de cambiar la actitud de estos jugadores en la cancha, sus tácticas y sistemas de juego. Se esforzó por redefinir el concepto de equipo para forjar lazos profundos entre ellos basados en el compromiso desinteresado con el colectivo, creando consciencia clara sobre los beneficios concretos de este nuevo comportamiento.
En su libro de 1995, “Lazos Sagrados”, Jackson describe su visión sobre la búsqueda de un propósito colectivo: “La manera más eficaz para forjar un equipo ganador es hacer un llamamiento a los jugadores para que se conecten con algo más grande que ellos mismos. Incluso a aquellos que no se consideran “espirituales” en un sentido convencional. La creación de un equipo exitoso, bien si se trata de un campeón de la NBA o para lograr un récord de la fuerza de ventas, es esencialmente un acto espiritual. Se requiere que los individuos involucrados renuncien a sus propios intereses por el bien común, para que el conjunto sume más que la suma de sus partes”.
Por: John Sadowsky
Coach Internacional y experto en Gestión Humana

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