EL ENTRENADOR LIDER
En el acontecer deportivo el
rendimiento se mide por los resultados obtenidos en competencia, son ellos los
que en forma general señalan el nivel atlético del atleta, pero ¿Cómo lograr
que los resultados obtenidos sean el resultado del trabajo efectuado durante un
período determinado? esta pregunta parece contradictoria, porque se entiende
que un atleta que siga un plan de entrenamiento adecuado debe rendir en forma
proporcional a éste y no debería existir ninguna duda al momento de hacer
estimaciones sobre su posible actuación.
El Síndrome de Adaptación General
establece varios principios que deben ser cuidadosamente atendidos al momento
de diseñar un plan de entrenamiento, progresividad, continuidad,
supercompensación, entre otros, sin embargo una metodología de entrenamiento
pierde importancia cuando no existe una verdadera capacidad volitiva, es allí
donde reside el punto neurálgico en la consecución del logro deportivo.
En términos agonísticos, la
competencia se define como la acción de vencer a un adversario, un récord o así
mismo, en esta acción convergen diversos factores endógenos y exógenos que
inciden significativamente. Los factores exógeno son impredecibles, no podemos
controlarlos, sólo predecirlos a corto plazo, es de mayor dificultad el intentar
su control por razones obvias. Los factores endógenos son susceptibles de ese
control, siendo allí donde se requiere mayor interés y esfuerzo.
Años atrás los fisiólogos del
ejercicio hablaban de un entrenamiento "invisible" el cual describían
como el mejoramiento del poder volitivo del atleta utilizando una metodología
adecuada y consideraban que éste representaba un 20% de la capacidad agonística
del atleta. Este razonamiento no ha perdido vigencia, en el transcurso de los
años cada vez se le ha dedicado mayor atención, reconociéndolo como un aspecto
decisivo al momento de la competencia.
¿Qué hace posible ese extra de
adrenalina en la competencia? ¿Qué diferencia a un campeón del resto de los
atletas? Felice Gimondi, ciclista italiano campeón mundial de ruta profesional
de la década de los años setenta, decía de su gran adversario en la carreteras,
el belga Eddy Merck, que éste podía haber sido campeón en cualquier deporte que
hubiese practicado, porque según Gimondi, Merck poseía un talento natural que
pocos seres humanos poseían. El deseo de triunfo hace posible grandes esfuerzo
que, fuera de competencia son difíciles de realizar. Sin embargo, ello conlleva
a una adaptación del hombre que se traslada a la forma de comportarse frente a
las vicisitudes de la vida, con una mayor capacidad en la resolución de
problemas, produciéndose una satisfacción general al resolverlos que si éstos
no se hubiesen presentado.
Parafraseando a Stephen Covey, la
proactividad permite a un atleta llevar el clima consigo mismo, no importa si
llueve o el Sol está muy fuerte, simplemente se viste con su atuendo deportivo
y sale a la calle, porque él tiene un compromiso, un norte, un objetivo, con la
sociedad, con sus amigos y consigo mismo.
Pero ¿Cómo lograr esa actitud?
¿El entrenador puede incidir en ese modelo de actuación? La respuesta es clara,
el entrenador tiene una gran carga de responsabilidad. Macrociclos,
microciclos, ciclos, carga, sobrecarga, sobreentrenamiento, competencia,
precompetencia y un sin número de términos son aprehendidos por el entrenador,
como el manual operativo de un avión. Pero el atleta no es un objeto el cual
pueda ser operado por un mismo manual. Él es un ser racional o mejor dicho un
ente bíopsicoecosocial, con una forma de ver el mundo diferente a otros, con
modelos mentales construidos por sus creencias, tradiciones, educación,
valores, virtudes en un contexto propio.
Hay una anécdota de entrenador de
Escalada Deportiva, que no entendía el porqué uno de sus atletas, que
sobresalía en condiciones físicas no rendía lo esperado. Conversando con él,
éste le manifestó que no distinguía los números indicados en la ruta a seguir
en el muro de escala ¡Tenía problemas de visión! Son casos muy frecuentes de
problemas que se presentan en el entrenamiento deportivo, cuya solución, es
extradeportivo.
El cerebro humano es la
estructura más compleja conocida en el Universo, por sus millones de sinapsis
por segundo, ni siquiera se le acerca la computadora más poderosa fabricada
hasta ahora, algunos científicos han calculado que si contáramos una por
segundo, tardaríamos treinta y dos millones de años en contarlas todas.
Entonces, todo acto que se genere de la actividad cerebral, corresponderá a una
actividad de suma complejidad. Se acepta así, que el ser humano es complejo,
pero esa cualidad, no es sumativa sino cualitativa. La conjunción de sistemas
complejos, puede derivar en un sistema con propiedades totalmente disímiles a
las de cada sistema por separado.
El entrenador líder debe
desarrollar una visión periférica para intentar observar las infinitas
variables que inciden en la obtención de la forma deportiva del atleta. Es
ineludible salir frecuentemente de la información cuantitativa e indagar a
través de una entrevista cualitativa aspectos emocionales que no pueden ser
obtenidos de otra manera.
Escrito Publicado Por:
Autor
Doctor Julián Garrido